Historia

Prehistoria

La arquitectura prehistórica se entiende como un medio de expresión y construcción primitivo que empezó a generar pensamientos de creencias sobre las culturas primitivas. Se denomina a los primeros hitos conservados de la incipiente arquitectura.

Construcciones megalíticas, del griego megas, grande y lithos piedra; constan de enormes losas pétreas sin tallar, o escasamente desbastadas, verticales y horizontales, adinteladas, apoyadas, nunca unidas con mortero, ni con ningún tipo de aparejo. Construcciones ciclópeas, así llamadas por haberlas atribuido los antiguos griegos a unos gigantes fabulosos llamados cíclopes; se constituyeron con aparejo sencillo de piedras, en parte escuadradas, o sin escuadrar, aunque desbastadas, y de menor volumen que las megalíticas, utilizando algunas veces mortero arcilloso para conformar muros y paramentos. Las primeras surgieron en el Neolítico, continuado en las primeras épocas de la Edad del Cobre. Las segundas pertenecen a las edades del cobre, bronce o del hierro.

Pertenecientes a la primitiva arquitectura popular se conocen diversas construcciones que sirvieron de casa, o morada temporal, a nuestros antepasados desde los tiempos más remotos. Tales son:

Cabañas o chozas, formada por entramados de ramaje,Grutas o cavernas, artificiales o naturales pero acomodada por la mano del hombre a sus propios usos Palafitos o habitaciones lacustres de madera levantados sobre pilotes clavados en el fondo de un lago o zona pantanosa. Los palafitos más notables, por su extensión y número, se han encontrado en los lagos de Suiza, cubriendo en el de Ginebra una superficie de 150.000 metros cuadrados. En España, se han hallado restos de tales viviendas en las inmediaciones de Betanzos y en otras localidades de Galicia, al igual que en las cercanías de Olot (Gerona), Bolbaite y Chella (Valencia). Este tipo de viviendas se atribuyen a la época neolítica y tenían por objeto la defensa contra los animales salvajes.

Crannógs, propios de Irlanda, habitáculos lacustres a modo de islotes, sin dejar pasar el agua por debajo de ellas Terramaras, descubiertos en Italia, chozas de madera y arcilla en sitios pantanosos. Con dichas construcciones que se relacionan en los paraderos o kiokenmodingos (voz danesa que significa restos de hogar), llamados en español concheros, que son montículos conformados por depósitos de conchas, restos de ceniza, carbón, huesos, piedras y fragmentos de cerámica tosca, muy abundantes en Dinamarca, también hallados en otras regiones.

La arquitectura funeraria incluye túmulos, en ocasiones orientados astronómicamente al solsticio de inverno como es el caso de Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real).

Edad Antigua

Las viviendas de la antigua Roma tenían tres modalidades principales: domus e insulae como viviendas urbanas (rica y modesta, respectivamente) y villae en el campo. Las casae o viviendas primitivas, y posteriormente las más humildes, de esclavos y clases bajas, construidas con medios muy precarios, se han conservado con mayor dificultad.

Los latinos de la Italia prerromana vivían en casae: cabañas redondas o elípticas, coronadas por un techo cónico de paja. Tenían puertas cuadradas y ventanas con una o dos hojas. Se disponían sobre una base que las aislaba de la humedad. Así sería la casa Romuli o tugurium Romuli (la primitiva cabaña de Rómulo, que durante siglos se veneró en el Palatino) y las demás viviendas del primer asentamiento de Roma.

Bajo la influencia de los etruscos, estas casas se convirtieron en rectangulares y, para albergar a toda la familia, formaban un recinto en torno a un patio central que daba a un jardín (hortus), también incluido en el recinto. Al fondo del patio central, se encontraba el tablinum, originalmente la habitación donde dormía el padre de familia. En esta sala también se situaba el pequeño santuario (lararium) dedicado a los Lares y Penates, muchas veces situado en un nicho en la pared. Podría haber otras dependencias (cubicula) que se usaran como dormitorio para otros miembros de la familia.

Esta forma apenas evolucionaría para llegar a convertirse en una villa rústica (pars rustica).

Las viviendas de la Antigua Roma permitieron acomodar a todos los estatus de la sociedad romana que, sobre todo, durante el Imperio romano, se convirtió en una sociedad muy jerarquizada.

En Roma, debido a la escasez de suelo, el patio central se redujo al atrium. Las viviendas se diferenciaron socialmente: las insulae (bloques de pisos) para los pobres; para los ricos, las domus, que derivarían en palacios urbanos o villae fuera de las ciudades.

Edad Media

La vivienda cristiana medieval en el territorio valenciano tiene que adaptarse, en un primer momento, a las peculiaridades urbanísticas de las casas que reciben los repobladores tras la política de reparto de las zonas conquistadas.

La estructura de las viviendas dependía de la posición social de sus propietarios. En una gran ciudad, la vivienda media podía tener unos 50 m2. Frente a la costumbre islámica de casas con pocos objetos, los nuevos propietarios comienzan a incorporar la "cultura del mueble".

En la planta baja se instala el comedor, con sus fogones y cocina, sirviendo también de lugar de trabajo para los artesanos. Aquí aparece la figura de la mesa y bancos para sentarse. Arcones y armarios con cajones pintados empiezan a hacerse hueco entre los espacios de la vivienda. Dependiendo de la importancia del propietario, en la sala principal se exponían las armas de su dueño: escudos, lanzas, espadas, puñales, corazas.

La vajilla era muy limitada y se reducía a unos pocos cubiertos, algún cuchillo y unas pocas cucharas, algunos platos de madera o cerámica y las respectivas ollas de latón o bronce, los hierros para asar al fuego y las sartenes o paellas para freír.

En el piso superior estaban los dormitorios, la mayoría de las veces en un espacio diáfano separado por cortinas. Las ventanas estaban por lo general sin cubrir y sólo en casas acomodadas se tapaban con tela untada en aceite o encerada para aislar y hacer que ganasen peso y caída.

Las casas señoriales disponían de un amplio patio de entrada, con una galería corrida en la planta superior, a la que se accedía por una escalera gótica. En ciudades como Valencia, Sagunto, Sant Mateu, Catí, Gandía, Cocentaina, Elche o Morella, entre otras muchas, podemos aún contemplar bellos ejemplos.

La vivienda campesina era muy sencilla. La planta baja estaba compuesta de un amplio vestíbulo, que en muchos casos servía para dejar el carro, el comedor con una pequeña cocina y el corral en la parte posterior. En el pirmer piso se ubicaban las habitaciones de la familia. El dormitorio principal daba a la calle y las otras estancias ocupaban la parte trasera.

La vivienda musulmana se articulaba en torno a un patio central desde el que se accedía a las diversas estancias. En un extremo de éste se hallaba el pozo, que garantizaba el suministro del agua. Para proteger la intimidad del hogar, el patio tomaba una posición descentrada respecto a la puerta de entrada principal, que hacía imperceptibles las estancias que lo circundaban.

Estas habitaciones tomaban forma de L o de U para tomar la luz y la ventilación del patio. Algunas casas disponían de piso alto rematado con cubierta de tejas o terrazas planas. En la Valencia musulmana, las casas de los barrios nobles disponían de grandes patios y elementos hidráulicos más complejos.

Las estancias solían estar enlucidas de blanco con zócalo decorado o pintado de distinto color. Las casas disponían de poco mobiliario, ya que los armarios y las alacenas quedaban empotrados en las paredes, y es, además, conocida la costumbre islámica de sentarse en el suelo.

En los primeros siglos de asentamiento islámico, el ajuar era muy reducido. Hasta nuestros días han llegado muestras de cántaro, ollas, candiles, tinajas y elementos de vajilla doméstica que llegaron a tener una factura muy compleja en el siglo XII.

En cuanto a la vivienda musulmana rural, un paseo por el poblado abandonado de L'Atzuvieta puede darnos una dimensión de la estructura urbana y doméstica de los poblados musulmanes.

Las casas eran alargadas y estrechas, paralelas a las calles y con un espacio interior común a diversas funciones (comer, dormir). Los corrales son de dimensiones mayores que los espacios destinados a la vida familiar y tenían acceso tanto a la casa como al exterior.

Edad Moderna

A partir del siglo XIII, la forma de las casas es generalmente de tres a cuatro niveles, con una o tres puertas, y ventanas en los distintos pisos. Se continuó construyendo este tipo de moradas en el siglo XV, flanqueadas por casas de estrechas fachadas apretadas en angostas calles donde la luz penetraba con dificultad. A partir de la década de 1440, la construcción de palacios era en buena parte el reflejo de la rivalidad que oponía a las grandes familias como los Médicis, los Rucellai, los Pitti y los Strozzi. La palabra predilecta de los humanistas para calificar un edificio que sirviera a la dignidad y al estatus social del dueño era "magnificencia". Alberti, en el "De re aedificatoria", retomó la idea de Plinio el Joven según la cual el aspecto de un palacio tenía que ir ligado estrechamente al estatus social del individuo. El palacio, que representaba generalmente una inversión correspondiente a la mitad y algunas veces hasta los dos tercios de los recursos financieros de un hombre, era ante todo una manifestación de propaganda familiar, de la tradición y de la continuación de su estirpe. La familia que vivía en un palacio era casi siempre numerosa. Muchos palacios, nuevos o renovados, se elevaban sobre solares ancestrales o próximos a ellos, y en los testamentos, se intentaba velar por la permanencia de estos edificios en el ámbito familiar.

Vista de Florencia, detalle, (Pianta della Catena), comienzos del siglo XVI, atribuida a Lucantonio degli Uberti, (Berlín, Staatliche Museen). Encerrada entre sus muros, la ciudad con sus principales edificios urbanos (se pueden contar un número aproximado de 80) muchos de ellos: monasterios, hospitales, palacios constituyen visiblemente células de sociabilidad particular, pequeños mundos privados. La robusta muralla determina el perímetro de la hermosa ciudad que el Arno divide en dos partes. Primera vista urbana moderna en perspectiva y a vuelo de pájaro, este grabado pretendía ofrecer una imagen lo más completa posible de la Florencia del Cinquecento.

Cosme de Médicis comenzó la construcción de un nuevo palacio familiar, cerca del centro de la ciudad y a pocos pasos de un conjunto de casas familiares más antiguas. La posición de Cosme era particularmente delicada porque, en esta época, encarnaba "de facto" el poder, escondido detrás de la fachada del gobierno republicano. Tenía que evitar cuidadosamente dejar adivinar que era un ciudadano que ostentaba privilegios y poderes únicos. Su prudencia se pone de manifiesto en el proyecto de un nuevo palacio que encargó a Brunelleschi, proyecto que revelándose demasiado ostentoso fue rechazado. Cosme llamó luego a Michelozzo di Bartolomeo, antiguo colaborador de Lorenzo Ghiberti y de Donatello, quien finalmente emprendió la construcción del edificio aproximadamente tal y como lo conocemos hoy en la Via Cavour, antigua Via Larga.

Renacimiento

En los siglos del XIV al XVI se desarrolla un tipo de casa con patio que tiene sus orígenes más remotos en la vivienda mediterránea basada en el modelo de casa romana y no menos influenciada por el concepto de casa musulmana en la que el patio también adquiere primordial importancia. Las casas no aparecían todavía unas unidas con otras formando alineaciones, la continuidad de éstas se establecía mediante los muros de los huertos de los que cada una estaba dotada, como puede apreciarse en algunas zonas todavía. Esta vivienda urbana aparece agrupada en manzanas cerradas en las que cada casa crea su propio núcleo, su propio germen de ordenación, que es el patio en torno al que gira y se desarrolla toda la vivienda. El patio suele ser cuadrangular, de pequeñas dimensiones, adintelado, con pilares poligonales o columnas sobre las que se apoyan las zapatas.

Posteriormente, en el siglo XVI, aparece el patio renacentista, con galería de arcos de medio punto, más propio de las grandes mansiones. La vivienda consta generalmente de cantinas, en sótano para ubicar la bodega, y a veces entresuelo para la misma En planta baja se dispone en primer término un zaguán y espacio destinado a caballerizas. En el centro se sitúa el patio y en un segundo cuerpo la cocina, dependencias auxiliares y huerto trasero.

A la planta primera se accede mediante escalera que parte del patio. Todas estas dependencias se ordenan alrededor de la galena de éste. En el piso superior se sitúan las cámaras bajo cubierta, utilizadas como almacenes, en muchos casos con solana que es un espacio abierto al exterior a modo de mirador orientado hacia el Sur, cuya presencia estuvo relacionada con la existencia muy generalizada de sederos, cordeleros y pañeros que utilizaban esta parte alta para el secado de sus productos.

Palacios renacentistas.

El palacio construido finalmente por Michelozzo, alumno de Brunelleschi, fue con su primitiva fachada de cinco intercolumnios, una bella e impresionante mansión urbana. Lo que hoy puede verse en Florencia, el Palacio Medici-Riccardi, es un edificio muy ampliado por los añadidos de los Riccardi. Sin embargo, si lo comparamos con el último palacio construido durante el siglo anterior, el Davanzati, notamos en seguida la expresión de un modo de vida distinto. Los palacios estaban habitados generalmente por comerciantes acomodados que vivían encima del local de su establecimiento, y por tanto los edificios tenían que servir a la vez de almacén, oficina y vivienda. La fachada del palacio Davanzati está dividida en cuatro pisos; el piso inferior, sin duda el almacén, presenta el aspecto de una fortificación, con grandes y robustas puertas y pequeñas ventanas en lo alto. Este tipo de casas, y los edificios públicos erigidos en el mismo siglo, tenían incluso un pozo dentro de sus fuertes muros, para que la familia, en caso de motín, estuviese protegida y fuese autosuficiente durante algunos días. Pero incluso los pisos de arriba, reservados para el uso de la familia, presentan un aspecto mas bien severo y hostil. La serie de arcos que enmarcan las ventanas es armónica y bella, sin embargo la fachada no se abre al exterior con la progresiva intermediación de espacios típica de los edificios de Brunelleschi. Fortificada y autosuficiente no se atreve a sonreír a los transeúntes. El Palacio Medici habla un lenguaje distinto. La casa y despacho del rico comerciante da la bienvenida al visitante. Los cinco arcos de la planta baja estaban todos abiertos, lo cual permitía echar una ojeada a la simetría interna del patio; más tarde Michelangelo convirtió los de las esquinas en arcadas tapiadas con ventanas. Desde el arco central que se dirigía directamente al centro del patio se veía no un pozo, sino una estatua de Judith, obra de Donatello. En el muro exterior y alrededor de toda la casa, la base de la gran planta baja avanza hacia la calle, formando un acogedor banco de piedra. En realidad podemos imaginarnos a Cosimo y a otros miembros de su familia, en aquel primer periodo del Renacimiento, aún relativamente frugal, familiar y simple, sentados ahí fuera, disfrutando del sol de la tarde y compartiendo el banco con otros ciudadanos y transeúntes, quizás con un anciano que había trabajado en su juventud en los comercios de ropa florentinos.

Este mismo elemento del banco al sol, en este caso elevado de categoría por un elegante respaldo de dibujo romboidal, puede verse en otro palacio florentino, el Rucellai, comenzado en 1446 por León Battista Alberti. Alberti, cuya familia había sido exiliada de Florencia en el siglo XIV, fue secretario del Papa en Roma. Era un humanista que ejercía también de pintor, escultor y arquitecto; un autor que supo traducir su obra artística en textos escritos, convirtiéndose en un hombre clave para explicar la teoría artística del Renacimiento. En el Palacio Rucellai de Alberti se aplicaron por vez primera formas clásicas a una fachada de palacio. La división tradicional del edificio en franjas horizontales que corresponden a las diferentes plantas, subrayadas por cornisas que acentúan la robustez de la fachada, está interrumpida aquí por un sistema vertical de pilastras de órdenes clásicos; las primeras son dóricas y van seguidas por dos tipos de corintias. La fachada estaba inspirada probablemente en el Coliseo romano. Estas pilastras, además de proporcionar al edificio un impulso vertical, crean una magnifica malla que parece sostener la fachada con mano firme. La base de las pilastras, además de aumentar el tamaño de la planta baja, forma el respaldo de un noble banco al sol.

Sin embargo, la fachada de Alberti ha quedado como un ejemplo aislado. Otros palacios retornaron al tipo más tradicional marcado por las franjas horizontales que permitían un mayor juego para una futura ampliación. El Palacio Pitti, por ejemplo, construido para Luca Pitti en 1458, quizás según un diseño de Brunelleschi, estaba proyectado en principio con solamente siete intercolumnios. Finalmente, cuando en el siglo XVI se convirtió en la residencia de los Medici, los grandes duques de Toscana, se amplió hasta tener los once intercolumnios actuales.

Barroco

La arquitectura barroca italiana se refiere a la arquitectura barroca practicada en la península itálica, en lo que hoy es Italia, en una época en que las ciudades-estado gradualmente habían ido perdiendo su independencia y estuvieron bajo la dominación extranjera, primero bajo España (1559-1713) y después Austria (1713-1796). Se inició en Roma a principios del siglo xvii, se difundió primero por las ciudades italianas y, luego en al resto de Europa y América y ejerció su influencia en todo el mundo católico. Precedido por el Renacimiento y el manierismo, se desarrolló a lo largo de todo el siglo xvii, durante el período del absolutismo, y fue sucedido por el rococó y el neoclasicismo.Nota El término barroco, originalmente despectivo, indicaba la falta de regularidad y orden, que los defensores del neoclasicismo, influenciados por el racionalismo de la Ilustración, consideraban una indicación de mal gusto.De hecho, las características fundamentales de la arquitectura barroca, altamente decorativa y teatral, fueron las líneas curvas, con patrones sinuosos, como elipses, espirales o curvas con una construcción policéntrica, a veces con motivos que se entrelazan entre sí, para ser casi indescifrables. Todo tenía que despertar asombro y el fuerte sentido de la teatralidad empujaba a los artistas a la exuberancia decorativa, combinando pintura, escultura y estuco en la composición espacial y subrayando todo a través de sugestivos juegos de luces y sombras.

El estilo barroco se considera generalmente consustancial con la Contrarreforma, aunque luego también fue adoptado por las élites de los países protestantes del norte de Europa y por los del mundo eslavo ortodoxo. Su nacimiento en Roma a partir del Manierismo es coincidente con el de la compañía de Jesús —fundada en 1537 para fortalecer la influencia católica perdida y evangelizar el Nuevo Mundo— y con la del Concilio de Trento (1545-1563), que reformó los excesos más patentes de la Iglesia católica, cuya reputación se veía empañada por el patrocinio sistemático y por el escándalo de las indulgencias. Coincidió con el establecimiento de nuevas órdenes religiosas —barnabitas, jesuitas, oratorianos, teatinos— que demandaban nuevas iglesias, de un nuevo que inspirasen sorpresa y asombro, lugares para la propaganda de la fe católica en los que se perseguía la belleza con unas decoraciones cada vez más expansivas.

Los arquitectos barrocos tomaron los elementos básicos de la arquitectura renacentista, incluidas las cúpulas y las columnatas, y los hicieron más altos, más grandiosos, más decorados y más teatrales. Los efectos interiores a menudo se lograron con el uso de la Quadratura, o pintura trompe-l'oeil, combinada con la escultura; el ojo era dirigido hacia arriba, dando la ilusión de que se está mirando al cielo. Grupos de ángeles esculpidos y figuras pintadas se amontonan en el techo. La luz también se usó para lograr un efecto escénico; fluía desde las cúpulas y se reflejaba en una abundancia de dorados. Las columnas retorcidas también se usaron a menudo para dar una ilusión de movimiento hacia arriba, y los cartouches y otros elementos decorativos ocupaban cada espacio disponible. En los palacios barrocos, las grandes escaleras se convirtieron en un elemento central.

Los primeros ejemplos en los que este estilo es plenamente reconocible se pueden encontrar en algunas obras de Carlo Maderno (fachada de Santa Susanna (1585-1603), fachada y nave de San Pedro del Vaticano (1603-1626) y la basílica de Sant'Andrea della Valle (1608-1625), cuya fachada fue completada en 1655-1665 por Carlo Rainaldi), de Martino Longhi, el Joven (fachada de la iglesia de los Santos Vicente y Anastasio (1644-1650) en Trevi) y de otros, en los que destaca el intento de reforzar el eje central de las fachadas mediante el uso gradual de pilastras, semicolumnas y columnas.

Siglo XX y XXI

El siglo XX trajo consigo muchos cambios significativos en México. Entre 1910 y 1911 llegó a su fin la era del Porfiriato, y en 1910 inició la Revolución mexicana. Ambos eventos tuvieron un gran impacto en la cultura, la política y, por supuesto, la arquitectura. Gran parte de los edificios públicos o cívicos del siglo XIX, cuyo estilo era considerado “afrancesado” se volvieron motivo de discusión entre diversos arquitectos al volverse cada vez más industrializados y mecanizados los procesos constructivos. De manera simultánea, en Europa surgieron arquitectos cuya importancia e influencia fue tal que provocaron un cambio en la visión y proyección de la vivienda. Como consecuencia surgió el concepto de espacios “mínimos”, en los cuales la funcionalidad de los mismos dependía de su eficiencia y flexibilidad. En 1933 los funcionalistas en las Pláticas sobre Arquitectura, retomaron y defendieron arduamente estos conceptos.

La arquitectura barroca italiana se refiere a la arquitectura barroca practicada en la península itálica, en lo que hoy es Italia, en una época en que las ciudades-estado gradualmente habían ido perdiendo su independencia y estuvieron bajo la dominación extranjera, primero bajo España (1559-1713) y después Austria (1713-1796). Se inició en Roma a principios del siglo xvii, se difundió primero por las ciudades italianas y, luego en al resto de Europa y América y ejerció su influencia en todo el mundo católico. Precedido por el Renacimiento y el manierismo, se desarrolló a lo largo de todo el siglo xvii, durante el período del absolutismo,y fue sucedido por el rococó y el neoclasicismo.Nota El término barroco, originalmente despectivo, indicaba la falta de regularidad y orden, que los defensores del neoclasicismo, influenciados por el racionalismo de la Ilustración, consideraban una indicación de mal gusto.De hecho, las características fundamentales de la arquitectura barroca, altamente decorativa y teatral, fueron las líneas curvas, con patrones sinuosos, como elipses, espirales o curvas con una construcción policéntrica, a veces con motivos que se entrelazan entre sí, para ser casi indescifrables. Todo tenía que despertar asombro y el fuerte sentido de la teatralidad empujaba a los artistas a la exuberancia decorativa, combinando pintura, escultura y estuco en la composición espacial y subrayando todo a través de sugestivos juegos de luces y sombras.

El estilo barroco se considera generalmente consustancial con la Contrarreforma, aunque luego también fue adoptado por las élites de los países protestantes del norte de Europa y por los del mundo eslavo ortodoxo. Su nacimiento en Roma a partir del Manierismo es coincidente con el de la compañía de Jesús —fundada en 1537 para fortalecer la influencia católica perdida y evangelizar el Nuevo Mundo— y con la del Concilio de Trento (1545-1563), que reformó los excesos más patentes de la Iglesia católica, cuya reputación se veía empañada por el patrocinio sistemático y por el escándalo de las indulgencias. Coincidió con el establecimiento de nuevas órdenes religiosas —barnabitas, jesuitas, oratorianos, teatinos— que demandaban nuevas iglesias, de un nuevo que inspirasen sorpresa y asombro, lugares para la propaganda de la fe católica en los que se perseguía la belleza con unas decoraciones cada vez más expansivas.

Los arquitectos barrocos tomaron los elementos básicos de la arquitectura renacentista, incluidas las cúpulas y las columnatas, y los hicieron más altos, más grandiosos, más decorados y más teatrales. Los efectos interiores a menudo se lograron con el uso de la Quadratura, o pintura trompe-l'oeil, combinada con la escultura; el ojo era dirigido hacia arriba, dando la ilusión de que se está mirando al cielo. Grupos de ángeles esculpidos y figuras pintadas se amontonan en el techo. La luz también se usó para lograr un efecto escénico; fluía desde las cúpulas y se reflejaba en una abundancia de dorados. Las columnas retorcidas también se usaron a menudo para dar una ilusión de movimiento hacia arriba, y los cartouches y otros elementos decorativos ocupaban cada espacio disponible. En los palacios barrocos, las grandes escaleras se convirtieron en un elemento central.

Los primeros ejemplos en los que este estilo es plenamente reconocible se pueden encontrar en algunas obras de Carlo Maderno (fachada de Santa Susanna (1585-1603), fachada y nave de San Pedro del Vaticano (1603-1626) y la basílica de Sant'Andrea della Valle (1608-1625), cuya fachada fue completada en 1655-1665 por Carlo Rainaldi), de Martino Longhi, el Joven (fachada de la iglesia de los Santos Vicente y Anastasio (1644-1650) en Trevi) y de otros, en los que destaca el intento de reforzar el eje central de las fachadas mediante el uso gradual de pilastras, semicolumnas y columnas.

Creación: . Ultima actualización: 19/05/2024. Contacto: correo@ © 2024 Us. Todos los derechos reservados.
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